Y puede llegar un día, que en contra de tus planes y de distintos manuales, digas, o como mínimo pienses: “hasta aquí, quiero destetar”. Y probablemente, este “hasta aquí” que tan llanamente he acompañado de un punto, lleve y conlleve, muchísimo más.
Es posible que después del punto, prosiga la culpa, las sombras, la presión.
Es probable que junto la decisión afloren profundos sentimientos de resentimiento hacia una misma.
Es común que toda aquella información que hemos estado recopilando durante meses para callar bocas nos caiga en la cabeza a modo de jarrón de agua fría o se nos clave en el alma como 10.000 puñales.
Es previsible que las lágrimas de nuestro bebé se tornen como lanzas que no nos permiten avanzar y que todas nuestras emociones se vuelvan apocalípticas llegando a un punto de saturación tal que somos incapaces de avanzar o de retroceder.
Hay momentos en la maternidad en que podemos sentirnos esclavas de nuestras propias decisiones y eso nos hace sentir todavía más inservibles y/o agitadas.